La relación terapeuta-paciente es de colaboración, por lo que la persona que acude a terapia debe saber que el trabajo no termina en la propia consulta; ya que tiene que poner en práctica, siempre de forma guiada y con la supervisión del psicólogo, las estrategias y técnicas que se le han enseñado. En muchos casos, se utiliza la biblioterapia, donde el terapeuta recomienda o facilita libros, folletos o apuntes acerca del problema a tratar para que el paciente se informe de lo que le sucede.
Se trata de alcanzar objetivos con el menor número de sesiones posibles.
La primera parte consiste en evaluar el problema, posteriormente en la psicoeducación e hipótesis; se le explica a la persona lo que le sucede y cómo vamos a trabajar para empezar a mejorar su problema. A partir de ahí se inicia la fase de tratamiento psicológico propiamente dicho.